La cirrosis hepática suele diagnosticarse a los 40-60 años y con mayor frecuencia en varones que en mujeres (relación 2:1). Puede provocar numerosos síntomas y signos clínicos, aunque no todos son constantes; así, hay pacientes que presentan todos los signos, y otros que son asintomáticos. Dichos signos pueden afectar diversos órganos y sistemas, por lo que es conveniente especificarlos separadamente, inician-dola descripción por una serie de síntomas constitucional es generales.
Síntomas constitucionales.
Los pacientes con cirrosis descompensada a menudo refieren astenia y anorexia. La pérdida de peso no es un dato constante, ya que puede quedar enmascarada por ascitis o edemas maleolares. La pérdida de masa muscular es frecuente y se ha demostrado que los cirróticos, incluso compensados, presentan malnutrición proteica calórica. La ictericia es un signo de lesión hepática avanzada, y cuanto mayor es, peor es la función hepática. En casos de cirrosis descompensada puede haber febrícula, y en ausencia de una causa infecciosa, que siempre debe investigarse, puede deberse a la propia necrosis hepatocelular. Además de los constitucionales, los síntomas de la cirrosis se hallan en relación con la presencia de complicaciones debidas a:
a) hipertensión portal (hemorragia por rotura de varices esofágicas);
b) ascitis (distensión abdominal, edemas y aumento de peso por retención de líquidos);
c) encefalopatía, que no suele ser la primera manifestación clínica y acostumbra presentarse en fases más avanzadas de la cirrosis;
d) infecciones, y
e) desarrollo de un hepato carcinoma.
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